Aquel estadio pionero de nuestro béisbol

Se quiere que contemos un poco más sobre el estadio Juana de Arco, nombre que escogió el hermano Pedro, religioso francés que se volvió toda una autoridad en béisbol. Decían quienes conocieron su trayectoria pública que el hermano Pedro estuvo varios años en Cuba -antes de venir a Colombia- y la isla lo colmó de conocimientos sobre el fascinante deporte del béisbol que lo apasionara de manera tan rotunda como constructiva.

El estadio que llevó el nombre de la heroína religiosa de los franceses, enviada a la hoguera, solo fue posible su bautizo por el hecho de haber sido construido el estadio en su totalidad por los religiosos del Colegio Biffi, que además de dueños del estadio tenían uno de los mejores equipos en la Liga de Béisbol del Atlántico, El Hermano Pedro fue un instructor valioso de lanzadores.

En Cartagena no lo llegaron ni a sospechar, toda vez que él nunca habló con nadie de esa época cuando estuvo interno en el colegio Biffi, pero Juancho González Cornett tuvo comienzos de lanzador en el citado colegio, bajo la orientación del Hermano Pedro. Al parecer Juancho regresó a Cartagena y nadie más tuvo la menor noticia de su afición como pelotero, que otra cosa fue Juancho González Cornett como mánager del equipo Águila de la ciudad heroica.

La gran joya serpentinera suya fue el Pato Ardila, como ya dijimos en el artículo anterior. Pero también fueron discípulos suyos Londoño, Samuel Navarro, Muñequita Franco y otro más. El béisbol fue la válvula de escape para que se pudiera conocer que el Hermano Pedro -personalmente un hombre suave, cariñoso, sensible- en el béisbol era un volcán. Fue famosa la 'chambrana' que tuvo con Nick Rosanía, en un dramático y controvertido juego en el Juana de Arco.

Nick, quien primero fue umpire in chief y luego años adelante, presidente de la Liga de Béisbol del Atlántico, tenía la misma dureza a la hora de discutir una jugada en determinado momento. Y estando arbitrando detrás del plato surgió una decisión contra el Biffi que fue la chispa que armó aquella guachafita. El Hermano Pedro, quien veía los juegos de su equipo desde el dug-out, empezó a insultar a Rosanía, este le ordenó a dos agentes de policía que sacaran al Hermano Pedro. Virgen del Carmen. La que se armó. Los jugadores se armaron con bates y le dijeron a los policías que el primero que entrara en la cueva se llevaba una paliza. Llamaron al alcalde y éste mandó un oficial que apaciguó los ánimos. Y como en el poema de Federico García Lorca, "la sangre no llegó al río".